Miles de flores han vuelto a poner el toque de color a un altar presidido por un espectacular retablo en cuyo centro la diminuta talla de Nuestra Señora de la Bien Aparecida ha sido honrada por quienes han seguido con gran fervor la ceremonia religiosa. El alcalde de Laredo, Ángel Vega, que ha llegado acompañado por varios ediles, ha hecho entrega de un hermoso ramo recogido por el prior del Santuario, en un gesto que han secundado segundos después todos los que abarrotaban la iglesia. Operarios de la Brigada Municipal de Obras de Laredo se encargaron el pasado viernes de cosechar tan vistosa ofrenda en algunas de las huertas que sólo hace dos semanas se encargaron de suministrar el fantástico arsenal empleado para vestir las carrozas de la centenaria Batalla de Flores.

La misa ha sido concelebrada por los Padres Trinitarios responsables del Santuario junto al propio párroco de Laredo, Romualdo Fernández. Un reguero de diáconos ha contribuido a agilizar la recogida de los soberbios adornos florales depositados tanto a pie del altar como en uno de sus laterales. Laagrupación cultural “Panchoneras de Laredo”, dirigida por Alfonso Oruña, ha solemnizado una misa en cuya homilía el oficiante ha resaltado el cariño y la fe de cuantos han acudido para rendir su pequeño homenaje a la Virgen. La gran mayoría ha cumplido con la tradición de besar su medalla tras aguardar turno en una larga hilera de creyentes que han abandonado el templo pasando bajo el retablo camino de la sacristía.

La coincidencia de la cita en domingo ha provocado una mayor afluencia, traducida en la máxima ocupación de todas las zonas de aparcamiento habilitadas en vísperas del día grande en este enclave. Los autobuses fletados por el Ayuntamiento pejino han permitido que muchas personas pudieran cumplir con una costumbre que cada año asombra por su amplio poder de convocatoria. Entre los asistentes los hay que se reconocen “ofrecidos” a la Bien Aparecida, lo que se ha traducido, en algunos casos, en largas caminatas desde el propio corazón de Ampuero, remontando a pie el sinuoso trazado de pronunciadas pendientes que separa la zona urbana de este envidiable balcón a un paisaje de soberbia belleza.


El retorno a la calle ha coincidido con un repentino empeoramiento del tiempo que se ha traducido, apenas unos minutos después, en una auténtica tormenta de verano con gran aparato eléctrico y un imparable aguacero. Muchos han optado por refugiarse en sus propios vehículos, generándose una larga caravana en dirección al centro de la villa ampuerense.